domingo, 28 de octubre de 2012

CAPÍTULO 15.

El metro, tan abarrotado como siempre, abandona la parada de la que salgo y se dirige hacia la de Ana. Al llegar, la busco con la mirada entre el montón de gente y la veo dirigirse hacia mi.
-¡Hola!- se agarra a duras penas a una de las barras.
-Hola.
- Ui, no te veo muy bien. ¿Qué te pasa?
Lógicamente, mi cara es algo extraño. Casi no dormí la otra noche y encima ayer volvimos a las tantas. He estado a punto de mencionarle las palabras "One Direction", pero mejor me callo.
- Llevo dos noches durmiendo mal, no se por qué.
- Oh, lo siento. Quizás sean nervios. Yo tampoco duermo mucho últimamente, noto mi casa extraña.
- Porque aún no la consideras tu casa.
- Tienes razón.
Nos bajamos y nos sentamos en el banco de día anterior.
- ¿Cómo te va en el instituto?
- Aún no he tenido el valor de hablar con nadie. Es decir, sí que he hablado, pero no he intercambiado números y nada por el estilo.
- Oye, a mi me pareces buena chica y tienes mi número. Si te aburres, mándame un whatsapp y quedamos tu, yo y además, te presento a Dani.
- Muchas gracias, en serio. Es como que con tus palabras de ayer y lo de ahora, me está siendo más fácil vivir aquí.
Esbozo una amplia sonrisa. Adoro la sensación de hacerle el camino más fácil a una persona, sobre todo si es tan tímida como Ana.
Molly sale tan decidida como siempre. Me abraza y educadamente saluda a Ana. Levanto la cabeza buscando a Jake, pero no le veo a él. Veo a Rafa hablando con esa chica tan guapa... Leyla. Sí, se llamaba Leyla. El amor de Jake. Y hablando de él, lo veo aparecer por atrás con un intenso odio en su mirada.
Rafa y Leyla se dan dos besos. También se despide de Jake, pero no repite la acción. Los dos vienen con nosotras y nos saludan, pero él solo me dice "hola" a mi.
Bajando la calle, Molly se cruza en mi camino dirigiéndose a un kiosko. La persigo y como sospechaba, la veo mirando las revistas sobre famosos.
- ¿Me compras esa de allí? Tiene un poster de One Direction.
-¡Claro!
Si digo la verdad, yo aún compro revistas de esas, no por la información, que suele ser falsa o atrasada, si no por el mismo motivo que Molly. Pero solo llevo dinero para una revista.
- Aquí tienes, preciosa.
-¡Gracias!
Corre unos metros hacia delante mientras la hojea. Todos entramos en el metro y a la salida nos despedimos.
Abro la puerta de casa y Molly sube a su cuarto para colgar el poster. Jake se cambia de ropa como siempre.
-Rafa, ¿verdad?
-Sí.
- Lo sabía.
-¿Lo has visto? No es justo, yo estaba antes. Joder, ni siquiera le gusta One Direction.
- Eh, una directioner se puede enamorar de alguien a quien no le guste One Direction.
- No es eso, es todo. Joder, es que gracias a ella me olvido de los demás gilipollas que me dicen de todo. Ahora me la va a quitar, lo sé.
- No seas pesimista. Ella puede ser amiga de los dos...
-¿Has visto como le ha dado dos besos y a mi no?
-Quizás tenía prisa...-digo, en un nulo intento de buscar una buena solución a su tristeza.
- No digas tonterías.
-Vale, sí, a ti solo te ha dicho adiós... Pero yo creo que seguirá siendo tu amiga, Rafa no será un problema para vosotros dos.
- Eso también me preocupa. Yo no quiero que sea mi amiga.
Me ayuda a poner la mesa y comemos. Decidimos no hablar delante de Molly, aunque está perdida en sus dibujos de princesas.
Se sube a la sala de juegos a seguir con su revista. Quitamos la mesa,  fregamos los platos y decidimos irnos al salón. Encendemos la tele pero la ponemos en modo radio.
- Me ha costado mucho llegar a ella, y él lo ha hecho en 2 días.
- No todos tenemos el mismo carácter. Unos socializan más rápido que otros.
- Marina, en serio, ¡mírale! Es alto, moreno, guapo...
-¿Perdona? Mírate tú:  tus rizos pelirrojos, tus ojos verdes... Yo creo que si no enamoras a Leyla, enamoras a las demás chicas de tu instituto.
Consigo que esboce una pequeña sonrisa.
- Pero yo la quiero a ella...
Unos conocidos ritmos hacen que Jake corte su frase. What Makes You Beautiful suena. La voz de Liam canta las primeras palabras. Los dos cantamos también al unísono. Mostramos una amplia sonrisa mientras que yo recuerdo todo lo que viví anoche. Entre el cansancio y el darle consejos a Jake se me había olvidado. Canto aún con más ganas y él lo nota. Estoy apunto de contárselo, pero me aguanto las ganas que se esfuman con las últimas notas.
- Guau. ¿Qué ha pasado?- me pregunta.
-Que somos directioners.
Asiente con la cabeza convencido y yo, satisfecha, confirmo que he conseguido lo que quería.
Adam viene.Me despido de Molly y de él, aunque los dos queríamos pasar más tiempo juntos.


- Pues al final Jake te va a caer bien.
- Me cae bien. Me calló bien desde el principio, pero me dio mucha rabia que por cuatro giilipollas se comportara de esa manera.
Le cuento a Dani todo lo que ha pasado. Casi sin quererlo acabamos rememorando la noche anterior.
-Se me hizo corta. Demasiado.- le digo.
- Pues para mi fue perfecta. Cena, discoteca... Encima estuvieron naturales y muy amables. ¡Nos consideran amigas!
- Ya lo se, pero no me gustó. Es decir, adoro que estemos así con ellos, pero faltan cosas.
-¿Qué? No te entiendo.
- Todas las veces que he imaginado conocerles les explicaba por qué le quiero tanto y por qué me puedo llamar directioner orgullosa. Pero ahora que tengo la oportunidad no me salen las palabras. Les he abrazado, he bailado con ellos, ¡hasta les he contado lo de David! Pero si lo piensas bien, faltan palabras.
Se queda pensando sobre todo lo que le acabo de decir. Confusa, asiente con la cabeza, sin entenderlo del todo.
- Cambiando de tema...¡mañana es 23!
-¿23?
Un momento...¡23! ¡Mi cumpleaños!
-Tía, 19 añazos ya...
-¡Lo sé! Lo que no tengo ni idea es de qué voy a hacer.
-¡Party Hard! ¡Como el años pasado!
Oh Dios mio... el año pasado. Ese día fue inolvidable. Lo tenía todo planeado desde la semana pasada. Llevé a mis amigos a una famosa discoteca de Jaén. Después, Yoli y otras dos amigas más dormimos en casa de mi amiga Paula porque sus padres no estaban. Cogimos el autobús y cuando llegamos allí la música nos devoró. Cuando la discoteca cerró a las 7 de la mañana, nosotras queríamos más. Bailaba por las calles de Jaén al ritmo del cumpleaños feliz. A las 9 de la mañana, cansadas de dar vueltas por ahí, volvimos y estuvimos todo el día durmiendo. Me acuerdo de todo por que no bebí casi nada, pero la locura me atacó más fuerte que a los demás.¡Hasta recuerdo que Dani se apoderó de la pista de baile y todos la miraban!
- Ese día fue de los mejores de mi vida. Cumplí años de la mejor forma...
-¿Te acuerdas de mi bailando? Por favor, ahora lo pienso y no se como acabé así...
- Estaría bien ir a la discoteca dónde fuimos ayer, pero, ¿con quién? El año pasado estaba con todos mis amigos...
- Mel vendría sin duda. Josh también.
- Ana, la chica del metro. A ella también la puedo llamar. Y para de contar...
- Bueno, están ellos...
Las dos hemos pensado lo mismo. Ellos, nuestros amigos.
- Pero no sé... No estoy segura.
- Yo creo que aceptarían perfectamente.
- Pero... no. No quiero. Bueno, si quiero. Pero...¡ no, joder!
He entrado en un estado de confusión total. Es decir: son mis amigos, sí, pero...¿ tanto como para llamarles y decirles que vengan a la discoteca? No lo sé, joder, no lo sé.
- Haz lo que tu veas... Si no, vamos nosotras y Josh. Lo vamos a pasar igual de bien.
- No voy a llamar. Estarán ocupados con las entrevistas y todas esas cosas.
- Repito: haz lo que quieras.
Me quedo pensativa mientras ella se levanta con el móvil en la mano. Seguramente para hablar con Josh.
No, no pienso hacerlo. ¿Quién soy yo para llamarles? Como si no tuvieran más amigos. Paso.
Cojo el portátil y me pongo a escribir, pero no puedo. Todo lo que le he dicho a Dani me invade. Es una sensación muy extraña, porque...¿Hola? He estado en una discoteca con mis ídolos, pero... Necesito más. Necesito amarles, quererles, necesito gritarles por qué son tanto para mi. O quizás, solo necesite una buena siesta. Estoy muy cansada.

Me levanto por culpa de mi tono de llamada. En mi móvil aparece un nombre: Ana. Lo vuelvo a dejar en la mesa mientras hundo mi cabeza en un cojín. Al fin la música para. Dani, que también estaba durmiendo, sale de su habitación.
-¿Quién coño era?
- Ana.
- Pues como buena española, debe entender que la siesta es sagrada.
Me río mientras me decido a devolverle la llamada.
-¿Ana? No me ha dado tiempo a cogerlo.
- ¡No pasa nada! Es que necesito quedar contigo.
-¿Por qué?
- Mis padres dicen que tengo que hacer amigos y no se cree que ya te tengo a ti. ¿Puedes quedar? Hay un parque precioso y muy grande junto a mi casa y podemos pasear por allí.
No tengo ganas de salir, solo quiero estar todo el día con el pijama puesto. Pero... Jo, me da pena Ana. Le voy a decir que sí.
- Vale, ¿ a que hora?
- Ya. Es decir, vístete y vente.
- Bueno, tardaré un poco. ¿Puedo traer a Dani?
- ¡Claro, ni lo preguntes!
- Dame la dirección.
La apunto en un papel y cuelgo. Dani resopla al enterarse diciéndome una vez y otra vez que está cansada. Pero al final acepta.
Me pongo una sudadera rosa, unos shorts vaqueros de esos que enseñan los bolsillos y unas Converses. Dani se pone unos pantalones rojos con mi sudadera de la bandera de UK.
Cogemos algo de dinero, el móvil y las llaves. Pedimos un taxi y en poco tiempo estamos allí.

Llamo y Ana me abre la puerta. Se le ve contenta. Se nota que hacía tiempo que no sale. Tras darle dos besos, le presento a Dani.
- Encantada. Pasad, que mi madre os quiere conocer.
Las dos, algo cortadas, saludamos a su madre y a su padre. Sonrío a Rafa, ya que le conozco.
-¡Hola Marina! Por fin te conozco, eres la primera amiga que Ana se ha echado en Londres. ¿Y tú eres...?
-Yo soy Danielle.
- Encantada de conoceros a las dos.- Dice su padre.
- Nos vamos, vuelvo para cenar.
Salimos de allí y entramos en el gran parque. Sí, es enorme, y además muy bonito. Tiene senderos de tierra que se dividen en varios caminos, bancos de formas raras, toboganes y columpios. También tiene árboles muy altos y mucho césped dónde no se ven señales de "no pisar". Dani y ella hablan  para conocerse mejor.
- Marina me ha contado lo de que eres modelo.
-¡Aún no soy modelo!
- Pero te falta poco, ¿verdad?
- No, me falta mucho.- las tres nos reímos.
- Bueno chicas, quizás no os interese, pero sois mis únicas amigas aquí y... Necesito contaros algo.
-¡Somos todo oídos!
- Ayer salí a pasear por aquí porque estaba agobiada de todo. Me senté en un banco y un chico muy guapo se acercó a mi. Era moreno, con los ojos verdes, muy alto... Me preguntó que me pasaba y no se lo conté, porque me daba corte, pero empezamos a hablar y conseguí su número.
-¡Ala, que bonito! ¡Parece una novela de amor!- Exclama Dani.
- ¡Ya lo se! Estoy flipando, no me lo esperaba para nada. Fue increíble, en serio.
-¡Pues no pierdas la oportunidad!- le digo.

La tarde se nos pasa rápida y Ana se va a su casa. Creo que lo peor que ha podido hacer es venirse a Londres. ¿Por qué? Por que es muy tímida y sus padres muy manipuladores. Dani y yo lo hemos notado desde la llamada. Ahora ella está perdida en un lugar nuevo y con casi 18 años sus padres no le dejan salir después de cenar.
- Pero nosotras somos libres. ¿Nos damos una vuelta?
-Vale.
Cruzamos la calle y acabamos en otra llena de tiendas de principio a final. La noche empieza a cubrir el cielo y las luces llenan la ciudad. Empieza a hacer frío y Dani me abraza. Casi nos caemos y me empiezo a reír mucho. Y una vez más, me pongo tierna, hasta ñoña diría yo. Somos nosotras dos y el resto del mundo aparte. La calle es nuestra aunque por ella numerosas personas, cada una en su mundo, pasean, corren o miran escaparates. Casi hipnotizada me paro frente a uno.
-¿Qué?
-Mira.
Las dos admiramos un vestido. El más bonito que he visto en mi vida. Corto. Muy corto diría yo. Liso, sin ninguna forma, de tirantes gordos. Miles de lentejuelas plateadas brillan cubriéndolo por completo. Sencillo, pero lleno de luz. Más que toda la calle, más que todo Londres de noche.
- Es precioso.
- Dios, es demasiado bonito.
- Bonito se queda corto.
Sin decir nada más entramos. Una chica nos acompaña al probador. Dani me espera fuera. Cuando salgo, se lleva las manos a la cabeza y a punto de gritar, me dice:
-¡Te queda de puta madre!
- Shh, esa boca- me río divertida.
-Mírate al espejo.
Me giro y me paro frente a un gran espejo al final del pasillo de los probadores. La expresión de Dani ha sido la más acertada. Me doy la vuelta y los destellos chocan en el espejo, locos, libres.
- Trae  unos tacones rojos. Los más altos que haya.
Aparece con unos tacones de aguja y con muchísima plataforma de un rojo que resalta muy vivo. Me los pongo y paseo un poco sin quitar la mirada de mi.
- Estoy perfecta, joder. Soy como una modelo.
-¿Cómo? Eres una modelo. ¡Mírate! Pero...¿cuánto cuesta?
Mi sonrisa se desvanece mientras toco la etiqueta que está en mi espalda.
-¿Me lo dices tú? No llego a verlo.
Me doy la vuelta y Dani se levanta. Al coger la etiqueta permanece callada.
- Imposible, ¿verdad?
- Y tanto. 103 euros.
-¡Joder!
- A eso, suma los tacones.
-¿Cuánto cuestan?
- 23 euros.
- De los tacones me lo esperaba, pero del vestido no. Joder, no puedo.
Me vuelvo a encerrar en el probador y me lo quito. Abandonamos la tienda con la desilusión en el rostro y Dani se dispone a ir a casa, pero la paro.
-Eh, no tenemos dinero para eso, pero si para ir al McDonalds.
-¡Perfecto!
Cogemos el metro, lleno de gente lista para la fiesta y el desfase, ya que es viernes. Vestidos, tacones, mucho maquillaje... Y luego estamos nosotras, con sudaderas y vaqueros. Londres no se conoce como un sitio muy fiestero, pero seguro que si investigo en internet encuentro más de un sitio de moda. Ahora que lo pienso, ningún vestido se puede comparar con el que hace un rato estaba sobre mi cuerpo.
El móvil de Dani suena.
-Dime...¿Qué?...Pero estamos lejos, vamos al McDonalds...Vale, ¿dónde está?...
De repente me mira y me habla frenéticamente.
- Apunta en el móvil, corre.
Rápidamente abro el icono de "Notas" y apunto una dirección. Algo malo tiene que ser, porque también me dice que apunte el nombre de un hospital.
- Cuando nos bajemos de aquí cogemos un taxi...Te quiero.
Al decir "Te quiero" adivino que era Josh.
- Tía, la madre de Josh. De repente le ha empezado a faltar la respiración y están en el hospital.
-Madre mía...
- Josh está en el pasillo, la han entrado a una habitación y está muy solo. Vamos con él, por favor.
- No hace falta que me lo pidas dos veces.
Bajamos del metro y corriendo buscamos un taxi. Uno nos hace caso y le damos la dirección.
- Por favor, vaya lo más rápido posible.
A un ritmo normal, el coche recorre las calles hasta el hospital, pero a nosotras nos parece el  más lento de todos. Solo he hablado con esa señora una vez, pero Dani me contó todo lo que le dijo y como la trató aquel día que cenó en su casa y sé que está realmente preocupada. El taxista nos deja allí y ella le envía un WhatsApp:
Estamos en la puerta, sal
Minutos después, Josh aparece. Tienes los ojos enrojecidos y la piel colorada. Antes de que pueda reaccionar a verle, Dani corre y le abraza. Se quedan un rato así y al levantar la vista, me ve y hace lo mismo conmigo.
-Entrad y os voy contando.
Mientras andamos a paso rápido por el pasillo, Josh nos explica que estaba viendo la tele con su madre cuando de repente se ha puesto a respirar muy fuerte mientras se agarraba la garganta. Con cada palabra su voz se vuelve más aguda mientras achina los ojos en un mal intento de parar sus lágrimas. Dani le da la mano y él se apega a ella.
Nos paramos frente a una puerta y nos sentamos en lo que parece ser una sala de espera.
-¿Cuánto tiempo llevas aquí?
Tras mirar su reloj, dice:
- Una hora y media más o menos.
-¿Por qué no me has llamado antes?
-No quería preocuparte. Pero al final he decidido hacerlo, estaba muy solo en el pasillo.
Observo, mientras ellos hablan, la sala. Es bastante espaciosa. O quizás no lo sea, pero da esa sensación porque está vacía.
-¿Te han dicho algo desde que se llevaron a tu madre?- me decido a hablar.
-No. La tumbaron en una camilla y la entraron en la habitación. Y hasta ahora.
Parece estar más tranquilo. Ya no le cuesta hablar como antes y respira más calmado. Pero una mujer con una bata blanca abre la puerta y se dirige hacia nosotros. La tranquilidad desaparece.
- Josh, ¿verdad?
-Sí.
-Tu madre está bien. Parecía algo grave, pero está perfectamente. Está allí tumbada, os podéis ir ya si queréis.
-Muchísimas gracias.
Entramos a la habitación y la veo. Esa mujer de rostro arrugado y ojos de mirada cansada.
-Mamá, ¿estás bien?- se abrazan y se quedan así un rato. Me encantaría fotografiar este momento. Uno de los más bonitos que he visto en mi vida.
-Claro que sí, Josh. No ha sido nada. ¿Nos podemos ir a casa?
-Sí, voy a montarte en la silla de ruedas, chicas, ¿me ayudáis?
-Claro- decimos al unísono.
-¿Chicas?- Pregunta ella. Levanta la vista y al ver a Dani sonríe.
-Dame un abrazo, preciosa.
Se abrazan mientras me mira.
-¿Quién eres tú?
-Soy Marina, su amiga, la otra alquilada.
-Ah, así. ¡Hola Marina! Preciosidad, abrázame.
Repito el gesto que habían hecho ellos dos y la montamos en su silla de ruedas. Una vez fuera, dispuestos a despedirnos, Dani dice:
-Josh, ¿me quedo con vosotros?
-No hace falta. Nos han dicho que está bien y ella se encuentra perfectamente. Iros a casa, es muy tarde. Te quiero.
Y tras besarse y abrazarme a mi, volvemos.

Las dos con el pijama puesto escuchamos música. Ed Sheeran suena. Meto una pizza en el horno mientras hablamos.
- Esa señora está muy mayor. Demasiado. Es normal que le pase eso.- Razona Dani.
- Lo que me ha hecho que casi llore ha sido cuando se han abrazado. Me ha costado mucho retenerme las lágrimas.
-Esa señora es un amor. No quiero que le pase nada.
Cenamos algo más calladas que de costumbre. Nos acostamos y una vez en el calor de las sábanas, unas lágrimas mojan mi almohada. No es que le tenga un cariño especial a esa señora, como el que le tiene Dani, pero esa preciosa imagen...Se me quedará por siempre.

Estoy segura de que Dani también está llorando.





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